miércoles, 29 de noviembre de 2017

Algo que simplifica el mundo


       El horror no prueba nada […]. Si solo disponemos de descripciones del horror, no tendremos ninguna razón contra la guerra, pero tampoco la tendremos si nos conformamos con exaltar la alegría de vivir y la crueldad del duelo inútil. Llevamos miles de años hablando de las lágrimas de las madres. Ya es hora de admitir que esas palabras no impiden que los hijos mueran.

    No encontraremos  la salvación en ningún razonamiento. En mayor o menor número, las muertes… ¿por debajo de qué cifra nos parecen tolerables? No fundaremos la paz sobre esa miserable aritmética. Diremos: “El sacrificio necesario…La grandeza y la tragedia de la guerra…” O, mejor, no diremos nada. No disponemos de las palabras que nos permitan desenvolvernos sin razonamientos complicados entre estas muertes tan distintas. Nuestro instinto y nuestra experiencia nos hacen desconfiar de los razonamientos: todo se puede demostrar. Pero una verdad no es algo que se demuestre, es algo que simplifica el mundo.




         Hace un año visité el frente de Madrid y me pareció que el contacto directo con la realidad de la guerra era más fértil que los libros. Me pareció que sólo viendo a los hombres en guerra se podía aprender algo acerca de ésta. Pero para conocerlos en lo que tienen de universal hay que olvidar que existen dos bandos y dejar a un lado las ideologías. [ …] La guerra es absurda. No obstante, hay que elegir un bando. 

     No me objetéis con la evidencia de vuestras verdades; tenéis razón. Todos tenéis razón. Tiene razón incluso aquel que culpa a los jorobados de todos los males del mundo. Si declaramos la guerra a los jorobados, si difundimos la idea de una raza de jorobados, pronto conseguiremos exaltarnos en su contra. Cualquier vileza, cualquier crimen, cualquier prevaricación cometida por un jorobado, se la haremos pagar a todos ellos. Y a eso le llamaremos justicia. Y cuando ahoguemos en su propia sangre a un pobre jorobado inocente, nos encogeremos tristemente de hombros: “Son los horrores de la guerra… Pagan justos por pecadores… Está pagando por los crímenes de los demás jorobados…” Porque claro, los jorobados también cometen crímenes.



       
       Así que olvidaos de esas divisiones que, una vez aceptadas, acarrean todo un Corán de verdades inquebrantables y junto con ellas un fanatismo ciego. Se puede dividir a los hombres en hombres de derechas y en hombres de izquierdas, en jorobados y no-jorobados, en fascistas y en demócratas, y todas las divisiones son irrefutables; pero la verdad, ya lo sabéis, es lo que simplifica el mundo, no lo que siembra el caos.


Antoine de Saint Exupéry  - en la guerra de España

Traducción: Andoni Eizaguirre Ugarte