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sábado, 22 de diciembre de 2018

El bucle y el presupuesto






     Siempre acabamos descuartizando así la complejidad, por mucho que dejemos constancia en la parte teórica del informe de algunas sutilezas, como que en realidad sabemos que las trayectorias biográficas y profesionales se parecen más a un bucle o a una espiral que a una línea recta, y que las historias de vida dejaron de tener una lógica lineal para la sociología como Bordieu explicó que habían dejado de tenerla para la literatura gracias a Faulkner o a Virginia Woolf. Esa supuesta línea se ve mil veces interrumpida en las mujeres que trabajan fuera de casa, fragmentada, truncada bruscamente y vuelta a retomar al cabo del tiempo. No obstante sigue siéndonos útil la lógica lineal, sobre todo en investigaciones cortas pagadas con dinero público, en las que explorar el bucle se aleja demasiado del presupuesto.

                            


     […] El bucle y el presupuesto se llevan mal. Habrá luego que hacer una criba con todo lo que han contado y sentiré que tengo entre mis manos poderosas confesiones con las que apenas puedo hilvanar algo, pues acabaré redactando a toda prisa –porque se acaba mi contrato- un informe que intente reflejar como viven las mujeres el empleo y el desempleo. Yo misma soy una de ellas. Antes, durante y después.



Rosario Izquierdo ChaparroDiario de Campo

Las fotografías son de Jessica Backhaus.

miércoles, 8 de enero de 2014

Miguel Ángel Ortiz - Fuera de juego


 
…soy un currante que me levanto, desayuno y me voy al trabajo. Y los domingos, que es mi día de suerte, me rompo el alma y me desangro si hace falta por cumplir con mi labor. Y, a veces, alguien me insulta, me dice hijo de puta, cabrón porque para él no soy más que un gladiador, un animal sudoroso que en esos instantes está muy por debajo (según su parecer) de su status laboral y social, pero yo lo acepto, yo agacho la cabeza y no me paro a pensar, y marco a mi par allá donde vaya, y hay veces que me pesan las piernas más de lo que desearía porque acabo de salir de una lesión, porque estoy griposo o porque me ha sentado mal la comida, y entonces ellos me chillan o (peor aún) se mofan de mí. Yo les conozco a la mayoría. Cuando voy por la calle me saludan, me palmean la espalda y se vanaglorian de mi amistad ante sus conocidos. Soy alguien importante para ellos. Ignoro si es el despecho, la envidia o tan solo una característica innata del espectáculo del fútbol, la razón por la que se ríen de mí cuando fallo algún balón. Es entonces, en esos temperamentales momentos cuando me llegaría hasta ellos y les diría que yo nunca, oídme bien, nunca me cambiaría por vosotros, que este sudor que veis brotando por todos mis poros me satisface más que vuestra barriga, ebria de alcohol y de grasas, que estoy más feliz encerrado y sin dinero que con ese sueldo de funcionarios aburridos que transforma vuestro rostro en una mueca insulsa y desangelada
 
 
 
A mediados de los ochenta, Manuel Vicente González escribió un diario que llamó Fuera de Juego (Diario de un futbolista encerrado). Por entonces, el CD Badajoz, en el segundo grupo de la Segunda División B, no tenía pretemporadas, pero sí a varios deportistas que conocieron las consecuencias de unos directivos, unos políticos, una afición y una prensa deportiva idéntica a la de hoy en día, puestos en su contra. Los jugadores presionaron con un encierro en una antigua sala de prensa de El Vivero para intentar conseguir el pago de las fichas y seis meses de sueldo atrasado. Se podía haber titulado Fuera del campo y el contenido del diario no se explicaría mejor, pero, al menos hubiera evitado creer que era el título lo que me hacía buscar relaciones con la novela casi homónima.

Dedico parte de mi tiempo a seguir este deporte. El profesional, el amateur y sobre todo el fútbol base de mis dos hijos. Creo que no entendería nada o casi nada de lo que ellos sienten cada día si yo mismo no hubiera pasado mi infancia y parte de mi adolescencia calzado con botas. Cuando oigo decir que los padres no deberían hacerles creer a sus hijos que van a llegar a ser sus propios ídolos sé que quien expresa esta opinión es alguien que nunca ha entendido el fútbol y, lo que es peor, la infancia. Lo que no podemos hacer es que los niños no se crean Messis madrileños, Benzemás diegocostistas, Iscos sevillanos, Michus esportinguistas, Pitis rubios, Óliveres vascos, Muniaines de metro ochenta y cinco. Porque es imposible. Porque lo son y porque lo seguirán siendo mientras los balones existan.


En la novela, Conchi no consigue que Fichu no imite a Zamorano cada vez que se viste con una camiseta del Real Madrid. Pili no consigue que Noe actúe como una chica. Ni su padre, ni una escayola, ni no ser vasco hacen desistir a Koldo de viajar a Lezama para probar con la cantera del Atletic.

Fuera de juego transcurre en la temporada 94-95. Rodeado de urbanizaciones, cruzado por carreteras rectas, bordeado por los ríos Trueba y Nela, lleno de campos cultivados con cereales y lechugas, Medina de Pomar es un territorio que visitó Carlos V en su camino hacia Yuste. Tan real como ese dato es el conflicto entre el mundo adulto y el mundo infantil que en la novela se desarrolla de principio a fin. La leo como si asistiera a una eterna lucha, representada en un teatro con cambios de escenario y un diálogo continuo. El edificio con planta en forma de U, la piscina seca con forma de lágrima, aulas de colegio, pisos de Protección Oficial, telefonillos a los que los chicos llaman para buscarse unos a otros. Y un bar casi siempre vacío por el que pasan botellines de cerveza, cargadores de café, barajas, tragos de vermú y ceniceros de hojalata para los adultos. Y toda la carga social del contrapunto que representan los vasquetis, los veraneantes que llegan al pueblo y son la quiniela de los que allí viven con muy poco o con un balón para todos.

 
He dicho que los adultos no entienden a los niños, que el exterior no entiende el interior, que la Estratosfera no entiende a la Corteza Terrestre. Que estás dentro del juego o estás fuera. Que, solo mientras lo ves o lo recuerdas, tu parte adulta toca tu flanco infantil. Que se olvida algo tan sencillo como que en el fútbol está prohibido el uso de los brazos y manos, de las extremidades con las que se alcanza el mayor grado de precisión, rendimiento y destreza por algo más que para igualarnos con los monos. Y, por esa razón, lo que más le preocupa a los adultos de la novela es que el vidrio de los escaparates se salve del balón. Por eso Catino, el mecánico, raja el Mikasa que cae en su taller. Para que los niños no se confundan. Para que escarmienten. Para que dejen de creer en lo que no existe. Para que se domen. Para que leviten. Para que puedan ser aspirados por la Estratosfera cuanto antes. Si se espera demasiado tiene que hacer muchos esfuerzos para absorber la rebeldía de los que no conciben ser adultos mediocres.  

Y si el fútbol se jugase con ambas manos, sería lo mismo. Si nos paramos a pensar, nos daremos cuenta de que lo que nos ha engullido a todos, incluido a lo futbolístico, es la dialéctica comercializante. Todo se ve como un medio para hacerse rico. Lo demás no sirve. Por eso mismo he vuelto a pensar en ambos libros a la vez. Porque en uno veo a los niños antes de dejar el fútbol de lado y en otro a los que se enfrentan a La Industria.
 

 
Pero tampoco los chicos dominan el mundo de los adultos. La pregunta que Fichu lanza al aire sobre Catino -¿Por qué es así, mamá? ¿Por qué no nos deja jugar?- es clave. Es la más clara e ingenua muestra de ese desconocimiento. La Corteza Terrestre está tierna, tampoco entiende a la vieja Estratosfera que son sus padres. Pero eso es lo lógico. Eso es lo que van aprendiendo los chicos en la novela, a salir al mundo de los adultos diciendo Señor, deja de joder con la pelota.

¿La esperanza?: El abuelo de Salva -el chico del reloj Casio, el chico de las gafas, el chico monaguillo-, porque es un punto de contacto entre ambos mundos. Cuando le entrega unos recortes que hablan de Chus Pereda, un ídolo olvidado, un chico del pueblo que llegó a la élite del fútbol, parece decir: “Yo también quise ser como vosotros”. Y se lo dice a todos los niños y a todos los adultos que forman parte de la novela. Me lo dice a mí como niño y a mí como padre. Te lo dice a ti, al que nunca te dejaron ser una cosa ni conseguiste aprender a ser la otra.
 
Nota: Todas las fotografías son de Ernesto Valverde      

viernes, 21 de junio de 2013

Opendoor



Horacio firma..."No sacar de la luz humo, sino humo de la luz".

Iosi Havilio - Opendoor

La fotografía es de Ana Casas

martes, 14 de agosto de 2012

Razones para llenar tu habitación


Hay afinidades que llegan de repente y no sabes por qué. Imágenes desconocidas y ajenas que se apoderan de ti y te traen a la cabeza otras imágenes conocidas y cercanas.  Últimamente estoy obsesionado con imágenes de Norteamérica, del sur de los EE UU. Recorro los videoclubs de barrio buscando películas en las que los protagonistas vayan de vaqueros, chaleco, sombrero y botas camperas. Carreteras largas de final incierto, polvo, arena…Personajes retorcidos. Esa imagen que emana de la literatura de Sam Shepard, por ejemplo. Por encima de las imágenes una guitarra slide: country, blues…Unas imágenes que me resultan familiares sin tener nada que ver con mi realidad. Imágenes que me producen una fascinación enorme, irreal como la sensación que queda del mundo que reflejan. Como la sensación que tengo del mundo en el que vivo.

Ramón Lluís Bande - Las habitaciones vacías
La imagen la encontré en www.sam-shepard.com.

viernes, 20 de julio de 2012

XX - XY


Todo el mundo miente, de acuerdo…Pero hay quien lo hace demasiado alejado de la verdad. Me gustaría saber a qué distancia estamos nosotros.

Eider Rodríguez – Un montón de gatos

Traducción de Zigor Garro y Eider Rodríguez, fotografía de Blanca Viñas.

martes, 20 de septiembre de 2011

Nostalgia



Me sigue sorprendiendo
que podamos pedir
lo que en los restaurantes llaman

naranja preparada, una naranja sin piel,
partida en finas rodajas y dispuesta
estéticamente en nuestro plato,
(La naranja cuesta allí
cerca de treinta veces
su precio de mercado: pagamos el exceso
a cambio del reposo de tendones
y músculos pequeños)
 
Mercedes Cebrián, Mercado Común
 
La fotografía es de Sam Gallagher

viernes, 14 de mayo de 2010

Elisa Iglesias: Desorientación.

...yo misma me sentía como un conejo. Pensé que todos lo éramos, conejos que al final de la jornada huían despavoridos a su guarida, conejos royendo la escasa zanahoria mensual, conejos cinéfilos, conejos ludópatas, conejos melómanos, conejos monógamos, conejos infieles, conejos célibes, conejos senderistas-golfistas-tenistas-turistas, conejas play-boy-play-game-play-station, conejos devotos, conejos ateos: conejos de cualquier clase y condición pero a la postre contribuyentes.

Nota: la fotografía es de Eddy Posthuma De Boer y la obtuve en: http://eddy.posthumadeboer.com/atlas14.html

viernes, 19 de marzo de 2010

Julián Rodríguez: Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás.




“La mezcla de sinceridad y mentira siempre da como resultado una mentira; la mezcla de fuerza y debilidad, siempre debilidad; y la de bondad y maldad, siempre maldad.”
Aprendí eso de mi padre. De las matemáticas. Del álgebra. El signo que se impone es siempre el negativo.

Julián RodríguezUnas vacaciones baratas en la miseria de los demás

lunes, 15 de junio de 2009

Isabel Blare: UnaMujerSola


La busca.

Si hay algo imperdonable,
¿será el temor a no ser deseados?

ROBERT LOWELL


Se equivocan los que creen que se entra en los chats para ser otro: entramos para no ser nadie, desaparecemos del todo al salir, no existimos ni allí ni en ningún sitio.

Creo que internet no es otra causa, sino una de las consecuencias. Porque somos muchos, y cada vez seremos más, no verse y no oírse es el formato perfecto de los invisibles.

Ahora es agosto en Madrid, así que soy invisible en una ciudad que no existe (…) no me pongo en el lugar de nadie, no siento envidia ni me hago propósitos. No compro los periódicos (…) ahora sólo soy cerebro, curiosidad y dos manos que escriben rápido.

También se fingen los orgasmos delante de una pantalla: lo que sucede es que yo ahora no tengo por qué.
Antes de las pantallas, antes de la invisibilidad, fingía a veces y nunca he entendido por qué los hombres se ofenden tanto por ello, siendo como es una muestra de amor, una muestra de que te importó, de que querías y lo de menos es si no salió.

Existen los ciegos y los sordos pero todo el mundo se toca, y todos preferirían no ver y no oír antes que no tocar.

La gente no sabe estar sola. Y tienen suerte de no saber, mucha más de la que parece…


Nota: La fotografía es de Wolfgang Tillmans y aparece aquí:
http://paisajejagg.blogspot.com

lunes, 9 de febrero de 2009

Francesc Serés: Materia prima

En 1964 Francisco Candel escribió Los otros catalanes. Algo más tarde, Los otros catalanes veinte años después. Murió hace poco más de un año. Me enteré de su existencia –la suya y la de estos dos libros de ensayo-reportaje- en el obituario de un periódico. Me interesaba (y me interesa) el problema de los emigrantes en la España de los sesenta. Así que conseguí ambos libros. Pero siguen en los estantes, hojeados. Ha sido ahora, al leer el libro de Francesc Serés, el marco geográfico y los protagonistas, los que me han recordado mi deuda.
Una lectura que lleva a otras pendientes es algo habitual. Como lo es que te conduzca a pasadas. El narrador y sus historias (Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2003), de José Jiménez Lozano, lo conocí por Antonio Jiménez Morato, hace unos meses y sin necrológicas por medio. En el segundo capítulo distingue el Gran Relato del relato.
El relato o narración, y recuerdo de lo ocurrido…ha sido…desplazado…de la fábula literaria, por expedientes técnicos y formales dirigidos a la objetivación. Exactamente como la exclusión de cualquier clase de realismo en la pintura se supone que la hace cualitativamente superior a la pintura clásica, que hacía cuenta de la belleza del mundo, y de la figura humana y la historia de los hombres. Ni la historia, ni la narración literaria deben tener ya argumento ni personajes, y el arte de contar no sólo ha dejado de ser lo constitutivo del historiar o el narrar, sino que se ha convertido en altamente sospechoso de las peores complicidades.
Los Grandes Relatos no han sido nunca relatos ni narraciones, sino construcciones intelectuales o ideológicas, políticas, morales, o sacrales. Son sistemas o ideogramas que a veces fueron levantados incluso sobre viejos relatos humildes y verdaderos, cuya verdad, tan débil, travistieron, aplastaron o instrumentalizaron…Pero no son relatos…El “érase una vez, en un lugar” queda eliminado en enunciación sin tiempo y sin lugar.
Es decir, los Grandes Relatos tienen algo de anuncio de televisión. Se entiende, entonces, que sea difícil encontrar libros como Materia prima, encontrar a un autor que se atreva con los problemas de la gente común sin miedo a perder popularidad (hoy algunos escritores tienen más porcentaje de público que
de lectores). Algo extraño, y no exclusivo de la literatura. “Velázquez se pregunta si no era posible con este mundo, con esta vida tal cual es, hacer arte”. Es lo que afirma Ortega. Así que se pone a pintar la vida diaria y las cosas que a la cotidianidad rodean, y su pintura “deja de ser la representación de formas imaginarias y transmundanas, genéricas”.
No hay mucha distancia entre los personajes de Serés (personajes e historias que surgen muchas veces de entrevistas) y María Bárbola y Nicolasillo Pertusato de Las Meninas, es decir, no hay mucha distancia con estos enanos o bufones, seres humanos, que solo eran útiles de entretenimiento de príncipes y cortesanos. Pero que son importantes y novedosos porque juzgan desde su desgracia toda la Gran Instantánea y el Gran Relato, poniéndolos en movimiento e introduciendo el argumento real de lo allí relatado. Y, todo ello, con un pequeño relato, naturalmente. O con varios.
Esto es Materia prima.