…no se puede crear
belleza sufriendo. La creatividad en
el fútbol va ligada a la experiencia de la diversión. Decía Baressi…que el secreto
del juego del Barça de hoy es que sus jugadores…se divierten…se divierten
jugando…Póngaseles a dar patadones con el único fin de alejar el balón de su
campo, oblígueseles a destruir el juego del contrario y no crear el propio,
convénzaseles de que lo principal en el fútbol es correr más que el contrario
(y no hacer correr más al contrario detrás de un balón que te obedece a ti más
que a él)…Rápidamente veríamos a Xavi, a Iniesta, a Messi deprimidos, víctimas
de las directrices de un imbécil que no sabe de fútbol, que estropea el fútbol,
que le arrebata lo mejor del juego, su belleza
práctica.
A su vez, para que los
jugadores desplieguen su talento, hagan buen fútbol, creen belleza y se
diviertan con ello, para todo eso, es necesario que el jugador tenga confianza. La confianza del entrenador
que se convierte en confianza del jugador en sí mimo o la refuerza…Sin confianza,
sin autoestima, sin libertad, en el fútbol, como en cualquier otro quehacer de
la vida, no salen las cosas bien…
El talento no se enseña;
se descubre. Y una vez descubierto, se lo ayuda a crecer. A mi entender, ésta
es una de las misiones principales del buen entrenador. Y por eso –creo- es tan
importante que haya buenos entrenadores en las canteras de los clubes, es
decir, allí donde se enseña a jugar al fútbol, allí donde se forman
futbolistas. En la mayoría de los casos, los entrenadores de los primeros
equipos...trabajan con el talento ya dado, los jugadores ya hechos. Pero es en
las categorías inferiores donde el talento va
por delante del futbolista, donde hay niños talentosos que todavía no son
futbolistas. Tanto mayor cuidado habrán de poner los clubes aquí, cuidando de
elegir entrenadores capaces de descubrir el talento que les llegue y de
potenciarlo.
…El talento…es un bien frágil que hay que afianzar…no se crea –se
descubre-, pero se puede destruir. En el niño es más frágil, porque todavía no
sabe ni lo que es su propio talento. Él mismo tiene que descubrirlo y consolidarlo.
El buen entrenador afianzará al buen jugador a base de confianza, de potenciar
su autoestima. Porque el talento se saca jugando, haciendo cosas talentosas,
atreviéndose. Y sin confianza, autoestima y libertad…, esas cosas no salen. Al
final, el talento se ofusca y se pierde. Con la confianza…, el jugador se
suelta…, se siente más ágil, más veloz, más potente, más capaz…si el chaval no
se divierte, difícil será que aguante los sacrificios y sufrimientos que
acompañan a la “carrera” del pequeño futbolista en formación.
Desgraciadamente no siempre
es así, y la pedagogía en el fútbol a veces pierde la sensatez. A poco que uno
se asome a ese mundo de las canteras de fútbol, verá que muchos críos juegan
con temor y angustia,…porque temen la represalia de su entrenador. Verá que…hay
entrenadores que obligan –sí, obligan-
a los niños a hacer mal fútbol en la falsa creencia de que así ganarán. Verá
entonces que los niños no se divierten sino que sufren, que parecen pequeños
soldaditos obedientes, más que chavales con desparpajo y descaro, que se quitan
el balón de encima en lugar de pedirlo y jugarlo con la confiada naturalidad
que dicta su talento creativo…En las canteras, más que en ningún otro sitio, los
entrenadores deben perseguir la victoria jugando bien al fútbol. Y para ello
deben corregir, sí, pero ante todo han de lograr que la confianza fluya. Que
los niños se atrevan, que se suelten, que disfruten…correrán más, lucharan más,
jugarán mejor. Lo que un entrenador no saque de un crío a base de confianza –y,
por qué no: también de cariño- no lo va a sacar metiéndole miedo en el cuerpo y
amenazándolo.
Andrés
de Francisco, del epílogo del libro de Dante Panzeri – Fútbol. Dinámica de lo
impensado
Las
fotografías son de Bleda y Rosa