Casi todos los enanos son bufones. Tienen que decir chistes y hacer payasadas que hagan reír a sus amos y sus huéspedes. Yo no me he rebajado jamás a ese extremo. Tampoco me lo ha exigido nadie. Basta mi aspecto para impedir que se haga de mí semejante empleo. Mi cara no es de las que se prestan para divertir a nadie. Además, no me río nunca.
No soy un bufón. Soy un enano y nada más que un enano. Por otra parte, tengo una lengua mordaz que probablemente agrada a algunas personas que me rodean. Lo cual no es lo mismo que ser un bufón.
Ya he dicho que mi cara se parece a la de cualquier otro hombre. Lo cual no es absolutamente exacto, porque está llena de arrugas. Para mí, eso no es un defecto. A mí me han hecho así, y no puedo evitar que a los demás no les suceda lo mismo.
Notas: La traducción es de Fausto de Tezanos Pinto; la imagen, de +MMarta, la encontré en: the365pictures.blogspot.com/2010/11/road-lights.html
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