El hombre que colgaba del auto destrozado todavía estaba
vivo cuando volví a pasar junto a él y me detuve, aceptando un poco más la idea
de lo mal que estaba el tipo y de que yo ya no podía hacer nada por él. Roncaba
fuerte y obscenamente. La sangre le salía burbujeando por la boca cada vez que
respiraba. No iba a respirar muchas veces más. Yo lo sabía, pero él no, y así
fue como pude vislumbrar algo dentro de esa gran lástima que acaba siendo la
vida de cualquier persona sobre esta tierra. No me refiero al hecho de que
todos acabemos muriendo, esa no es la gran lástima. Me refiero a que él ya no podía
contarme lo que estaba soñando y yo ya no podía decirle lo que era real.
Denis Johnson – Hijo de Jesús
La traducción es de Rodrigo Fresán; la fotografía, de Jesús
Madriñán.
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