domingo, 30 de marzo de 2014

Oración


El hombre que colgaba del auto destrozado todavía estaba vivo cuando volví a pasar junto a él y me detuve, aceptando un poco más la idea de lo mal que estaba el tipo y de que yo ya no podía hacer nada por él. Roncaba fuerte y obscenamente. La sangre le salía burbujeando por la boca cada vez que respiraba. No iba a respirar muchas veces más. Yo lo sabía, pero él no, y así fue como pude vislumbrar algo dentro de esa gran lástima que acaba siendo la vida de cualquier persona sobre esta tierra. No me refiero al hecho de que todos acabemos muriendo, esa no es la gran lástima. Me refiero a que él ya no podía contarme lo que estaba soñando y yo ya no podía decirle lo que era real.

Denis JohnsonHijo de Jesús
La traducción es de Rodrigo Fresán; la fotografía, de Jesús Madriñán.

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