A mi manera…, empezaba a darme
cuenta de que contar una historia no bastaba, salvo que estuviera escrita con
tal convicción que el lenguaje y el contenido indicarán que yo tenía algo que
decir además de una historia que contar. La mejor escritura se producía cuando
el movimiento de mi pluma coincidía exactamente con el tono de mis pensamientos,
lo que me hizo comprender que cada escritor o escritora tiene su voz o estilo
únicos y que, aunque unos encuentren esa voz antes que otros, cuanto más te
costará adquirirla, más probable era que fuera tuya y de nadie más.
Leer mi obra en voz alta era un
modo de asegurarme de que poseía la fluidez y claridad del inglés claro. Siempre
había tenido cuidado, pero ahora me mostraba implacable a la hora de señalar
las repeticiones en una página, reconocer palabras innecesarias, suprimir
tautologías, librarme de clichés, eliminar lo que quedaba insinuado en vez de
expresado y tratar de lograr la sencillez incluso en las descripciones de
complicados procesos de pensamiento, usando las técnicas de la poesía para
escribir en prosa.
Alan Sillitoe - La vida sin armadura. Una autobiografía
La traducción es de Antonio Lastra.