lunes, 9 de febrero de 2009

Francesc Serés: Materia prima

En 1964 Francisco Candel escribió Los otros catalanes. Algo más tarde, Los otros catalanes veinte años después. Murió hace poco más de un año. Me enteré de su existencia –la suya y la de estos dos libros de ensayo-reportaje- en el obituario de un periódico. Me interesaba (y me interesa) el problema de los emigrantes en la España de los sesenta. Así que conseguí ambos libros. Pero siguen en los estantes, hojeados. Ha sido ahora, al leer el libro de Francesc Serés, el marco geográfico y los protagonistas, los que me han recordado mi deuda.
Una lectura que lleva a otras pendientes es algo habitual. Como lo es que te conduzca a pasadas. El narrador y sus historias (Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2003), de José Jiménez Lozano, lo conocí por Antonio Jiménez Morato, hace unos meses y sin necrológicas por medio. En el segundo capítulo distingue el Gran Relato del relato.
El relato o narración, y recuerdo de lo ocurrido…ha sido…desplazado…de la fábula literaria, por expedientes técnicos y formales dirigidos a la objetivación. Exactamente como la exclusión de cualquier clase de realismo en la pintura se supone que la hace cualitativamente superior a la pintura clásica, que hacía cuenta de la belleza del mundo, y de la figura humana y la historia de los hombres. Ni la historia, ni la narración literaria deben tener ya argumento ni personajes, y el arte de contar no sólo ha dejado de ser lo constitutivo del historiar o el narrar, sino que se ha convertido en altamente sospechoso de las peores complicidades.
Los Grandes Relatos no han sido nunca relatos ni narraciones, sino construcciones intelectuales o ideológicas, políticas, morales, o sacrales. Son sistemas o ideogramas que a veces fueron levantados incluso sobre viejos relatos humildes y verdaderos, cuya verdad, tan débil, travistieron, aplastaron o instrumentalizaron…Pero no son relatos…El “érase una vez, en un lugar” queda eliminado en enunciación sin tiempo y sin lugar.
Es decir, los Grandes Relatos tienen algo de anuncio de televisión. Se entiende, entonces, que sea difícil encontrar libros como Materia prima, encontrar a un autor que se atreva con los problemas de la gente común sin miedo a perder popularidad (hoy algunos escritores tienen más porcentaje de público que
de lectores). Algo extraño, y no exclusivo de la literatura. “Velázquez se pregunta si no era posible con este mundo, con esta vida tal cual es, hacer arte”. Es lo que afirma Ortega. Así que se pone a pintar la vida diaria y las cosas que a la cotidianidad rodean, y su pintura “deja de ser la representación de formas imaginarias y transmundanas, genéricas”.
No hay mucha distancia entre los personajes de Serés (personajes e historias que surgen muchas veces de entrevistas) y María Bárbola y Nicolasillo Pertusato de Las Meninas, es decir, no hay mucha distancia con estos enanos o bufones, seres humanos, que solo eran útiles de entretenimiento de príncipes y cortesanos. Pero que son importantes y novedosos porque juzgan desde su desgracia toda la Gran Instantánea y el Gran Relato, poniéndolos en movimiento e introduciendo el argumento real de lo allí relatado. Y, todo ello, con un pequeño relato, naturalmente. O con varios.
Esto es Materia prima.