martes, 20 de septiembre de 2011

Nostalgia



Me sigue sorprendiendo
que podamos pedir
lo que en los restaurantes llaman

naranja preparada, una naranja sin piel,
partida en finas rodajas y dispuesta
estéticamente en nuestro plato,
(La naranja cuesta allí
cerca de treinta veces
su precio de mercado: pagamos el exceso
a cambio del reposo de tendones
y músculos pequeños)
 
Mercedes Cebrián, Mercado Común
 
La fotografía es de Sam Gallagher