Mi primo nació en Lourenço
Marques y nunca pronunció las tres sílabas tan difíciles de la palabra Maputo.
[…] Maputo era nombre de negro.
Un negro, una zona salvaje, un río podían llamarse Maputo, Incomati, Limpopo,
Zambeze. Una población de negros podía llamarse Marrecuene, Inhaca, Infulene,
Xipamanine. Una ciudad de blancos no. Debía ser Lurenço Marques, Beira, Vila
Luísa, Mocímboa da Praia.
Xai-Xai era de negro. Ponta de
Oro era de blanco.
[…] Mi primo había sido educado
en el más profundo desprecio por el negro. Cuando cumplió diecinueve años, y lo
mandaron a Niassa, partió contento. Iba a luchar por la california portuguesa.
Bajaba a Lourenço Marques cada
nueve meses, pero ya no era el mismo. Se dejó crecer la barba. Había una
guerra, y mi primo nunca habló de la guerra. Nadie hablaba de la guerra. Supongo
que no se habla de la guerra, nunca.
[…] Mi primo hablaba poco y
evitaba las reuniones sociales. Se encerraba en el cuarto a fumar, y se calló
para siempre.
[…] Después enterramos su
machete, el revólver y el uniforme. Había estado en Niassa con autorización
para matar negros, y todo aquello apestaba a sangre, y siguió apestando a
sangre durante muchos años, incluso enterrado en suelo fértil, en algún lugar
de Matola, hasta que se pegó un tiro en la cabeza, ya en Xabregas, después de
haber quemado todos los puentes, asaltado joyerías en Almirante Reis y asesinado
a negros a tiros, por la espalda, en Damaia.
Pero además de eso, fue mi primo
hermano.
Isabela Figueredo - Cuaderno de memorias coloniales
La traducción es de Antonio Jiménez Morato