miércoles, 8 de octubre de 2014

¡Y no ganar, y no ganar, y no ganar!




…no se puede crear belleza sufriendo. La creatividad en el fútbol va ligada a la experiencia de la diversión. Decía Baressi…que el secreto del juego del Barça de hoy es que sus jugadores…se divierten…se divierten jugando…Póngaseles a dar patadones con el único fin de alejar el balón de su campo, oblígueseles a destruir el juego del contrario y no crear el propio, convénzaseles de que lo principal en el fútbol es correr más que el contrario (y no hacer correr más al contrario detrás de un balón que te obedece a ti más que a él)…Rápidamente veríamos a Xavi, a Iniesta, a Messi deprimidos, víctimas de las directrices de un imbécil que no sabe de fútbol, que estropea el fútbol, que le arrebata lo mejor del juego, su belleza práctica.

A su vez, para que los jugadores desplieguen su talento, hagan buen fútbol, creen belleza y se diviertan con ello, para todo eso, es necesario que el jugador tenga confianza. La confianza del entrenador que se convierte en confianza del jugador en sí mimo o la refuerza…Sin confianza, sin autoestima, sin libertad, en el fútbol, como en cualquier otro quehacer de la vida, no salen las cosas bien…




El talento no se enseña; se descubre. Y una vez descubierto, se lo ayuda a crecer. A mi entender, ésta es una de las misiones principales del buen entrenador. Y por eso –creo- es tan importante que haya buenos entrenadores en las canteras de los clubes, es decir, allí donde se enseña a jugar al fútbol, allí donde se forman futbolistas. En la mayoría de los casos, los entrenadores de los primeros equipos...trabajan con el talento ya dado, los jugadores ya hechos. Pero es en las categorías inferiores donde el talento va por delante del futbolista, donde hay niños talentosos que todavía no son futbolistas. Tanto mayor cuidado habrán de poner los clubes aquí, cuidando de elegir entrenadores capaces de descubrir el talento que les llegue y de potenciarlo.

…El talento…es un bien frágil que hay que afianzar…no se crea –se descubre-, pero se puede destruir. En el niño es más frágil, porque todavía no sabe ni lo que es su propio talento. Él mismo tiene que descubrirlo y consolidarlo. El buen entrenador afianzará al buen jugador a base de confianza, de potenciar su autoestima. Porque el talento se saca jugando, haciendo cosas talentosas, atreviéndose. Y sin confianza, autoestima y libertad…, esas cosas no salen. Al final, el talento se ofusca y se pierde. Con la confianza…, el jugador se suelta…, se siente más ágil, más veloz, más potente, más capaz…si el chaval no se divierte, difícil será que aguante los sacrificios y sufrimientos que acompañan a la “carrera” del pequeño futbolista en formación.




Desgraciadamente no siempre es así, y la pedagogía en el fútbol a veces pierde la sensatez. A poco que uno se asome a ese mundo de las canteras de fútbol, verá que muchos críos juegan con temor y angustia,…porque temen la represalia de su entrenador. Verá que…hay entrenadores que obligan –sí, obligan- a los niños a hacer mal fútbol en la falsa creencia de que así ganarán. Verá entonces que los niños no se divierten sino que sufren, que parecen pequeños soldaditos obedientes, más que chavales con desparpajo y descaro, que se quitan el balón de encima en lugar de pedirlo y jugarlo con la confiada naturalidad que dicta su talento creativo…En las canteras, más que en ningún otro sitio, los entrenadores deben perseguir la victoria jugando bien al fútbol. Y para ello deben corregir, sí, pero ante todo han de lograr que la confianza fluya. Que los niños se atrevan, que se suelten, que disfruten…correrán más, lucharan más, jugarán mejor. Lo que un entrenador no saque de un crío a base de confianza –y, por qué no: también de cariño- no lo va a sacar metiéndole miedo en el cuerpo y amenazándolo.

Andrés de Francisco, del epílogo del libro de Dante Panzeri – Fútbol. Dinámica de lo impensado


Las fotografías son de Bleda y Rosa