sábado, 8 de octubre de 2011

Félix Romeo y los atascos


Recuerdo el momento en el que leí Dibujos animados. Estaban soterrando la M-30 y cuando iba a trabajar pasaba más de hora y media hasta que llegaba a mi oficina de chapa. Podía contestar al teléfono sin miedo a distraerme, leer en el coche sin miedo a estrellarme. Dibujos animados era un libro que se adaptaba perfectamente al ritmo de mi lectura y al de aquel discurrir lento del tráfico madrileño.
No lo tengo en las manos ahora porque está en Extremadura, en la casa de mis padres. Pero recuerdo que el ritmo de Dibujos animados fue algo llamativo para mí, recuerdo la dedicatoria a Cristina, igual que Lo peor de todo de Ray Loriga estaba dedicado a una Cristina que se escribía Christina. Ese tipo de relaciones recuerdo. Pero, sobre todo, esas otras que me hicieron fijarme en un personaje concreto, en Ramón.
Tiempo después encontré en una revista -El Espejo- un artículo que Romeo titulaba Barcelona, un anticipo de Amarillo, donde hablaba de esa Cristina y de ese Ramón. En realidad Ramón no era un personaje exclusivo de Romeo. Era difícil que en un grupo de amigos, un amigo no se compartiera. Así que mucho más tarde me di cuenta de que en Voladizo, un cuento de Cristina Grande, también aparecía ese Ramón, el Chusé que escribió Todo sigue tranquilo. En un momento determinado del libro Ramón anticipaba su propio suicidio. En realidad ese suicidio representaba algo que me llevaba persiguiendo mucho antes de estas lecturas. Representaba, de algún modo, un atasco propio. No era exactamente el suicidio de Chusé lo que me interesaba, pero me costó todo este rodeo enterarme de lo que estaba buscando en mi propia familia.
He sabido que Félix ha muerto por Facebook. Y me he vuelto acordar de todo esto. También de la carpeta donde guardo cada uno de los artículos que publicó durante años en el ABC. También de haberle visto en la puerta de La buena vida, cuando yo vivía en Madrid de continuo y tenía tiempo de ir a comprar libros allí. Me arrepiento de no haberle dicho nada de esto. Solo le vi una vez. ¿Hubiera sido atrevido? No sé, Holden Couldfield quiso conocer a Isak Dinesen y no salía de Nueva York.
En realidad mi relación con la literatura de Félix Romeo ha girado siempre en torno a la muerte. Y es una pena que en el futuro tenga que continuar haciéndolo.

La fotografía es de Jessica Dimmock.