domingo, 17 de mayo de 2009

Marguerite Duras: Escribir


Sé que no es la mejor frase para comentar un libro de la Duras, pero la diré de todas formas: Escribir no tiene nada que ver con el aceite puro de oliva. No obstante, tiene algo de receta para freír. Y, otra vez no obstante, Duras dice: Hace mucho tiempo, el comercio de aceites de mesa rescató la palabra “puro”. El comercio literario hizo lo propio con el sintagma obra maestra.
Se edita y se reedita poco a Marguerite Duras, en este país. Se revisan poco las ediciones nuevas. Hace tan solo dos meses que salió de imprenta este libro –que también tiene algo de cine-, después de 9 años exactos. Y Él (pronombre), todavía – o, ya-, sin acentuar. Acabo de elegir una palabra: Reproche; esta entrada tiene que ver con los reproches.


Creo que lo que le reprocho a los libros, en general, es eso: que no son libres. Se ve a través de la escritura: están fabricados, están organizados, reglamentados, diríase que conformes. Una función de revisión que el escritor desempeña con frecuencia consigo mismo. El escritor, entonces, se convierte en su propio policía. Entiendo, por tal, la búsqueda de la forma correcta, es decir, de la forma más habitual, la más clara y la más inofensiva. Sigue habiendo generaciones muertas que hacen libros pudibundos. Incluso jóvenes: libros encantadores, sin poso alguno, sin noche. Sin silencio. Dicho de otro modo: sin auténtico autor. Libros de un día, de entretenimiento, de viaje. Pero no libros que se incrusten en el pensamiento y que hablen del duelo profundo de toda vida, el lugar común de todo pensamiento.

No sé qué es un libro. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos. Y cuando no hay nada, lo sabemos…

Notas:
La traducción es de Ana María Moix (1994).
La fotografía salió de
www.melbournecinematheque.org/specials/duras.html