jueves, 29 de enero de 2009

Antoine de Rivarol: Pensamientos y rivalorianas

De estos tres franceses, traducidos por Luis Eduardo Rivera y ahora juntos en una caja, el único que murió lejos de Francia –en Berlín- fue Rivarol. Pero, antes de ello, pasaron casi diez años en los que tuvo que huir de la Revolución. Bruselas, Amsterdam, La Haya, Rotterdam, Inglaterra, Hamburgo, fueron los destinos que le precedieron. Joubert y Gourmont murieron en Francia.
Es difícil en cualquier autor no encontrar detalles pegados a su realidad, a su verdad. Su nombre es un ejemplo de ello. Sin, al parecer, contar con ascendencia noble, se apropia de la partícula de para darle color azul a su sangre.
En las rivalorianas -que tienen algo de epigrama latino-, quizá, sus relaciones con la sociedad del Antiguo Régimen son las que mejor se dejan ver. Le acompañaron hasta la muerte, es decir, hasta su epitafio:

Aquí reposa
Antoine, conde de Rivarol.
La pereza
Nos lo había arrebatado
Antes que la Muerte.


En lo que no son rivalorianas: la vida, la guerra, las dos caras de la Revolución y, por último, las reflexiones en torno al arte de escribir. En adelante, un muestrario de los pensamientos de este hombre reformista y moderado.

Pasamos la mitad de la vida memorizando sin comprender, y la otra mitad comprendiendo sin memorizar.

Hacemos más por quienes tememos que por quienes amamos

Si el amor y la guerra tienen sus furores, también tienen sus períodos: el odio tiene paciencia.

No tenemos derecho a lo imposible.

La razón se compone de verdades que deben decirse y verdades que deben callarse

El ejército del que uno se vale para sojuzgar está él mismo sojuzgado, y el martillo recibe tantos golpes como el yunque

La limpieza embellece la opulencia y disfraza la miseria.

Más de un escritor está convencido de haber hecho pensar a su lector cuando lo ha hecho sudar.

La peor rueda es la que hace más ruido.

Quienes toman prestadas las maneras de los autores antiguos para aparentar inocencia son viejos que, pudiendo hablar como hombres, tartamudean para parecer niños.

lunes, 26 de enero de 2009

Bukowski: Lo que más me gusta es rascarme los sobacos

En agosto de 1985, Bukowski se casó con Linda Beighle. Ese mismo año, Sean Penn –un entregado lector suyo- rivalizaba por ser el protagonista del Barfly que interpretó finalmente Mickey Rourke sin haber leído una sola página. La entrevista de Fernanda Pivano fue cinco años antes de todo esto, y en la presencia de Linda.
Era de lo poco que me quedaba por leer en los libros de prosa de Bukowski. Consultando el ISBN he encontrado un volumen de cartas que tendré que conseguir. Pocas novedades, por tanto. Pero sus historias locas y mil veces repetidas me han hecho disfrutar de nuevo. Entre todas, la que le ocurrió tras dejar su puesto de cartero para vivir de la escritura es la que menos recordaba.
El hijo de John Webb, el impresor de sus primeros libros, se acercó a su casa con un corazón humano en formol y le dijo que se lo llevaba porque después de dejar un trabajo tan seguro era lo que le haría falta. Bukowski lo guardó en un armario para no sentir nauseas cada vez que se encontraba con ese trozo de músculo rodeado de grandes venas azuladas. Así pasó su primera semana de escritor profesional. Me recuerda, a su vez, un poco al colegio: al corazón de escayola con pie metálico: el músculo color chocolate, las venas azules y las arterias rojas, cortadas de un tajo a medio camino.
Hubo un tiempo en que Bukowski fue mi dios. Mi dios o mi héroe. Lo leí sobre todo de adolescente, cuando precisamente se desarrollan los poderes de héroes como Superman que nunca creí. No hacen falta muchas zancadas para darse cuenta de que uno de los poderes que me traspasó Bukowski fue el que le permitía aguantar sus frustraciones. Él me ayudó a mantener los pies en la tierra. Y mis orígenes sociales en la cabeza.

sábado, 24 de enero de 2009

Juan Antonio González-Iglesias: Eros es más


Que la mitología griega tuvo su correspondencia con la de Roma lo sabemos todos.
Hoy en día, sin embargo, y gracias a este poeta de Salamanca, los mitos de la Antigüedad aparecen en las retrasmisiones deportivas de la TDT o en los anuncios de unas prendas deportivas, planchadas en tintorería y con manchas de sudor que no huele. Y nada en ellos chirría. Más bien, estos mitos, estos poemas, nos vienen a recordar que el politeísmo antiguo concuerda con la experiencia práctica de unos hombres que hoy seguimos adelante en una lucha escénica, y no tan escénica, contra una reformulada naturaleza hostil.

Este poema se llama CUMPLIMIENTO.


El oráculo dijo
que para ser feliz
debería vivir en una casa
levantada sobre un lugar que no
estuviera ni dentro
ni fuera
de la ciudad.

Yo he cumplido mi parte.

jueves, 22 de enero de 2009

Roger Wolfe: Oigo girar los motores de la muerte

Si tuviéramos que explicarle el Teorema de Tales a un extraterrestre, lo más sencillo sería echar mano de un aforismo. Georges Perros, un escritor de la contracultura francesa, lo definía como un pedo del cerebro, no esperado, que explota en medio de la más consecuente sociedad, o soledad. El cerebro trabaja como los intestinos. Y tal vez olería bien, si pudiera oler a algo ¿Son aforismos lo que reúne Roger Wolfe en esta obra? En ocasiones, sí. Y he elegido una muestra de este poeta español de nombre equívoco para estrenar una etiqueta con ese nombre.

1997

63. La diferencia entre un e. e. cummings y un Louis Zukofsky es que el primero violentaba el lenguaje porque tenía algo que decir, mientras que el segundo no tenía nada que decir, y lo sabía, y violentaba el lenguaje para ocultarlo.

81. Todo escritor que se precie es consciente, por ejemplo, de que las prolijas descripciones físicas de un personaje son inútiles; mucho antes de que el lector termine de leerlas, ya se habrá formado su personal idea del aspecto de ese personaje.

98. Hay algo de lo que mucha gente no acaba de darse cuenta, y es de que para llegar a ser un buen escritor no hace falta haber leído ni poco ni bastante ni mucho; hace falta haber leído lo necesario. Y sobre todo, haber leído bien. Presumir de lecturas es otra cosa.

1998

42. Es tan raro encontrarse con un artista que no afirme defender la claridad como encontrarse con uno que de hecho la refleje en su obra. Defender lo oscuro no prestigia; practicarlo sí.

2001.

18
. Lección del diamante.- Ser “de una pieza” no significa ser plano, sino tener planos.

24. La cuadratura del círculo.- La sociedad actual ha conseguido la cuadratura del círculo: el gregarismo individualista. Dentro de un contexto generalizado de deshumanización y pérdida absoluta de todo sentido de la identidad y la dignidad personal, cada cual va particularmente a lo suyo.

48. Influencia y confluencia.- Con los autores que de verdad nos importan no se establece tanto una relación de influencia como de confluencia. Es el misterio de las almas gemelas. De ahí que podamos estar aparentemente influidos por autores que no hemos leído; se trata de coincidencias fundamentales de visión del mundo.

lunes, 19 de enero de 2009

Annie Ernaux: La ocupación



En una entrevista con Javier Rodríguez Marcos, Annie Ernaux explica que, después de mucho emborronar papeles, dio con una “forma llana, natural” de hacer literatura. La misma “que empleaba en otro tiempo para escribir a mis padres y contarles las noticias más importantes”. Entonces, mientras ella estudiaba en la universidad, su padre trabajaba en una obra. Por eso, por su origen, y porque así lo define ella, su escritura es una auto-socio-biografía, una etnografía de sí misma. Me interesa esta literatura del yo. Según parece “lo íntimo siempre es algo social. Es inconcebible un yo puro en el que los otros, las leyes, la historia, no estuvieran presentes”. Y, según lo leído, esto que copio es un ejemplo de ello:

Fui a hacerme un test del sida. Se ha convertido en una costumbre semejante a aquella de confesarme que tenía de adolescente, algo así como un rito de purificación. (pág. 85)

El libro no es más, ni menos, que el relato de una victoria. De una victoria frente a los celos surgidos cuando la pareja de la narradora conoce, tras una ruptura amorosa que ha provocado ella misma, a otra mujer. La mujer, el averiguar quién es esa mujer que la ha sustituido, se convierte de pronto en su ocupación, en su única ocupación; y la escritura avanza hasta que vence los celos. Muerto el perro, como se dice, se acabó la rabia. Y el libro.
En mi caso, su lectura ha venido marcada desde la primera página por no haber podido –no haber querido, mejor dicho- evitar la comparación con un cuento de Cristina Grande: Sequoia, de La novia parapente, ese que dice:

En qué punto metí la pata, me pregunto todo el rato. A mi mente sólo acuden fogonazos. Imágenes nítidas de la botella de Gran Duque de Alba casi vacía. Y de su polla quieta como un tronco de sequoia petrificado.

La aragonesa, como siempre, irónica y la francesa escribiendo “a cuchillo”, y haciendo sentir casi idéntico. El párrafo de La ocupación que me hizo recordar la madera de Cristina Grande, es el que sigue:

El primer ademán que hacía yo, al despertarme, era cogerle el sexo, que le había enderezado el sueño, y quedarme así, como aferrada a una rama. Pensaba: “Mientras esté agarrada a esto no estoy perdida en el mundo.” (págs. 9 y 10)

Me pregunté qué tenían de común estos escritos, más allá del pene en sí, qué tiene el humor que no tiene la comicidad cuando leemos. Ahora –cuando estoy a punto de copiar uno de Leonardo Sciascia-, me pregunto además por qué esta cadena de textos.

Si alguien se resbala nos provoca quizá la risa porque nos consideramos superiores; somos estables y no resbalamos. Mientras que el humor es precisamente este tener presente al contrario. Es decir si yo, a través de esa persona que resbala, experimento el sentimiento de que yo también estoy a punto de resbalar, entonces nos encontramos en el reino del humor y no en el de la comicidad.

¿Porque me rondaba la cabeza Sciascia y aún no había encontrado un ejemplo que explicara su idea? Quizá.
En cualquier caso, siguiendo la premisa del siciliano, Secuoia equivale a ponerse en el lugar del que cae de un árbol; La ocupación, en el de un leñador que muestra los callos tras derribar ese mismo árbol al que se había subido para guarecerse de la lluvia.

viernes, 16 de enero de 2009

Elena García de Paredes: Adiestramiento


Cada vez que me acerco al Canal de Isabel II paso por la calle de García de Paredes. Entro o salgo del aparcamiento subterráneo. Y me acuerdo de haber olvidado este poema que se llama "Botellas". No sé si como los canales estarán rellenas de agua. Pero sí de mensaje.


las únicas
que responden a todas las preguntas

las únicas
que sonríen a mis halagos

las únicas
que avisan a tiempo del final

las únicas
que no se niegan nunca

las únicas
que dicen verdades y mentiras

según convenga

a veces

las visito.



miércoles, 14 de enero de 2009

Nacho Vegas: Política de hechos consumados


No recuerdo las veces que habré escuchado El ángel Simón. La mayoría de ellas en el coche y entre gerundios, yendo o volviendo del trabajo. Siempre había imaginado que ese tal Simón era un amigo, el mejor y el peor de sus amigos. Y creo que estaba confundido. Tampoco me había imaginado que Nacho Vegas tuviese un libro de poemas, relatos y monólogos, y lo tenía. Por dos veces, el dicho la primera impresión es la que cuenta no había sido cierto. Ayer escuché la canción después de leído el libro. Ahora, con la idea de que ese hombre era su padre, convencido por una forma de contar la vida y la familia, donde, las cosas, lejos de funcionar, siempre van a peor. La canción decía cosas nuevas.

En Ortigas, un relato o un poema o un monólogo, escribe:

Mi madre nos subía hasta allí en coche y se largaba porque tenía cosas más importantes que hacer. Cosas como tratar de salvar su matrimonio. Como preservar a su hogar y a su familia de la desdicha. Entonces yo no era consciente pero, ¿qué iba a saber? Mi mayor problema eran los picores y el sarpullido por todo el cuerpo que me habían producido las ortigas.

Las ortigas pueden ser cualquier cosa que distraiga. Y pique. Mi trabajo, por ejemplo.

domingo, 11 de enero de 2009

Elio Vittorini: Cerdeña como una infancia

Supongo que esta Cerdeña es lo que ni Berlusconi ni Briatore buscan en ella: Es decir, llanuras de trigo cortado, bosquecillos de chumberas, y casas en hileras torcidas: sencillez.
Vittorini distinguió entre obras, las suyas, alumbradas por el simple “placer de escribirlas” y obras que le costaban “sudores fríos”. Normalmente, en el segundo caso, la subida de temperatura se debía a la complejidad de la obra que llevaba entre manos.
El viaje fue una constante con la que disfrutó a la hora de escribir. Otra más, el no aceptar los límites que separaban la poesía de la narrativa. Según él –y otros “solarianos”-, salvo excepciones, solo americanos como Hemingway o Faulkner estaban rescatando la novela del intelectualismo, a sotavento de la poesía.
Así que, cuando uno empieza a leer este libro reconoce alguna influencia de estas ideas renovadoras, de ese intento de superar las actitudes nacionalistas de la literatura italiana.
¿Será la sencillez parte de la vuelta a cualquier infancia, a cualquier literatura sencilla? ¿Será que la Ortigia de Siracusa también era en los años treinta -tan cercanos al Crack- una isla y una ciudad de marineros y campesinos y, con un padre ferroviario, solo vivía allí cuando él tenía vacaciones y la añoraba? Quizá. Tal vez, que la infancia no se recupera nunca. Por lo que cuenta Vittorini, el resto del tiempo lo pasaba en pequeñas estaciones rodeadas de desierto. También algo de eso, de recorrido de línea, tiene este libro pequeño.

viernes, 9 de enero de 2009

Cees Nooteboom: En las montañas de Holanda



Un libro editado en España en 1990 y escrito por alguien que –expulsado de todos los colegios- deseó hacer compatibles sus ganas de viajar con las de escribir. Un libro difícil de encontrar hoy, salvo en librerías de viejo. Los libros de viajes de Nooteboom parecen atajos por carreteras secundarias, más lentas, pero, muchas veces, también más cercanas a lo humano que las que solemos transitar. Carreteras en las que sin buscarlas Nooteboom capta emisoras y frases de locutores como la que aparece en la novela La historia siguiente: El tiempo es el sistema que debe cuidar de que no ocurra todo al mismo tiempo. Hoy, diecinueve años después de editarse y una semana más tarde de tenerlo en casa, lo acabo de leer.

Me han echado del trabajo (por un día). Nieva, y las carreteras de Madrid, tanto las que deberían estar en funcionamiento –en explotación como dirán algunos-, como las que siguen en construcción, parece mejor que no existan. Solo por esto he elegido el inicio del capítulo seis para el post.

Camino, carretera, weg, straat, baan. Siempre me ha llamado la atención que, en holandés, la palabra weg, signifique también ausencia. Camino, en español, es weg, en su acepción corriente, pero también viaje. Pues, bien, viaje es asimismo por definición la ausencia de lugar de donde se ha partido, pero le falta, después de todo, la brutal contundencia de weg.
Sales por una carretera y llegas a casa por un tejado cubierto de nieve.

miércoles, 7 de enero de 2009

Joseph Roth: Jefe de Estación Fallmerayer


Un párrafo de Roth:
Tan sólo a Fallmerayer le parecía que la guerra le había liberado de una situación sin esperanza. Sin duda sus gemelas le inspiraban lástima. También su mujer. Sin duda, también su mujer. Pero mientras los camaradas, en cuanto hablaban de la patria, mostraban en su expresión y en sus gestos toda la emoción de que eran capaces, a Fallmerayer le parecía como si, para hacer lo mismo que ellos, cuando se ponía a hablar de los suyos tuviera que afectar en su mirada y en su voz una añoranza, cuando no falsa, sí al menos exagerada. Y en realidad le apetecía más hablar con los camaradas acerca de la condesa Walewska que de su propia familia. Se obligó a guardar silencio. Y le pareció como si mintiera el doble.

John Berger: Diferencia entre poema y cuento

Este párrafo aparece en un poemario, en el único poemario por ahora, de Julián Rodríguez: Nevada (Renacimiento, 2000)

Los poemas no se parecen a los cuentos, ni tan siquiera cuando son narrativos. Todos los cuentos tratan de batallas de un tipo o de otro, que terminan en victoria y derrota. Todo avanza hacia el final, cuando habremos de enterarnos del desenlace.
Indiferentes al desenlace, los poemas cruzan los campos de batalla, socorriendo al herido, escuchando los monólogos delirantes del triunfo y del espanto. Procuran un tipo de paz. No por la hipnosis o la confianza fácil, sino por el reconocimiento y la promesa de que lo que se ha experimentado no puede desaparecer como si nunca hubiera existido. Y sin embargo, la promesa no es la de un monumento. (¿Quién quiere monumentos en el campo de batalla?) La promesa es que el lenguaje ha reconocido, ha dado cobijo, a la experiencia que lo necesitaba, que lo pedía a gritos.
Los poemas están más cerca de las oraciones que de los cuentos.

domingo, 4 de enero de 2009

Ray Loriga: Caídos del cielo

Los mangos de las pesas estaban fríos. Cuatro kilos de frío en cada mano. Tal vez porque ese chico lector de Robert Lowell quería ser como Bruce Lee, hizo también algunos abdominales. Sabía que no tenía mucho en común con ellos, con los dos protagonistas. Las botas de punta afilada nunca le entraron bien en sus pies anchos. No solo era eso: Sabía que aquello que contaba el otro chaval sobre su hermano, el poeta, era una mentira, pero aguardó sin moverse, hasta que acabó con ella. Le gustó que le contaran bien la primera mentira del año.

viernes, 2 de enero de 2009

El crucifijo que hay sobre la cama de la abuela irradia

El año 1968. (Salvo fuentes marcadas, Jaime Pastor. El año 1968. Historia 16)

Raymond Aron en sus Memorias: ...los motines universitarios...Revelan por lo menos el debilitamiento de la autoridad de los adultos...

Sida mental (P. 143 y siguientes): Aprendo a leer así. A escribir también. Empezamos a las siete de la tarde y terminamos a la una de la noche. / Las bofetadas han sustituido a las duchas frías y las órdenes. Han sustituido a las palabras. / <<¿PERO TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA? ¿Lo quieres matar?>>Mi abuela acaba de entrar en la habitación. Grita. Me ayuda a levantarme. Me lleva a su cuarto. Tiemblo enrollado en el edredón. Lloro.

Jaime Pastor: En los movimientos huelguísticos franceses las referencias a la Comuna de París de 1871 fueron constantes. / Ese estilo contestatario, no solo frente a la política institucional sino contra la que tiene que ver con el orden sexual dominante, vuelve a salir a la luz cuando el ministro de la Juventud, Francois Misofle, acude el 8 de enero del 68 a inaugurar la piscina de Nanterre. Allí, un joven, Daniel Cohn-Bendit, le acusa de pretender desviar las preocupaciones de los estudiantes y de ignorar sus problemas sexuales...

Sida mental (P. 92) ...mamá y sus amigas...toman el sol, tiradas en la hierba, haciendo bromas irónicas sobre los campesinos ignorantes que deben de pasar el tiempo espiándolas con prismáticos. Asocio muy pronto la idea de la desnudez,..., a algo malo, que puede suscitar reacciones peligrosas.

Pierre Vilar, en Memoria, Historia e historiadores (Universidad de Granada/Universitat de València. 2004): Y éste es justamente el peligro que entrañan los cincuentenarios, centenarios y milenarios: el de alimentar la ilusión de que los acontecimientos constituyen la trama esencial de la materia histórica...

Pedro S. Queirolo en La Vanguardia (Viernes, 5 de diciembre de 1986)...han hecho que planeara una evocación de mayo de 1968, precisamente lo que los estudiantes deseaban evitar. / se cantaban coplas jocosas contra los ministros Monory y Devaquet, titulares de Educación y de Universidades, respectivamente, y en ningún momento se oyó la Internacional. Los manifestantes aseguraban que no había ningún parecido entre su movimiento y el de mayo de 1968, pero al comenzar los enfrentamientos entre estudiantes y la policía, volvieron a escucharse los mismos insultos que se escucharon contra ésta en mayo de 1968 "C.R.S. = S.S.".

Sida mental (P. 148): Al final he pintado la pancarta. Grandes letras negras visibles desde lejos: Ministro Devaquet, contra la pared.

Jaime Pastor: Herbert Marcuse: En términos de función histórica hay diferencia entre violencia revolucionaria y reaccionaria, entre la violencia practicada por los oprimidos y por los opresores./ Hay un derecho natural de resistencia para las minorias oprimidas y subyugadas a emplear medios extralegales si se han probado que las legales resultan inadecuados.

Jaime Pastor: El resultado fue muy desigual..., a diferencia de lo que sucedería en el Este tras la invasión soviética de Checoslovaquia y el consiguiente fracaso de las opciones reformistas. Esta respuesta divergente, como subraya el historiador Charles Maier, influiría sin duda en los distintos caminos que se abren durante las décadas siguientes en una y otras partes de Europa.

Sida mental. (P. 152) Mato gente en mi cabeza.
Louis-Ferdinand Céline,Viaje al fin de la noche (Quinteto/Edhasa/2002): Su formidable resignación lo aplastaba, esa cualidad básica que vuelve a la pobre gente, del ejército o fuera de él, tan dispuesta a matar como a dar la vida. Nunca, o casi nunca, preguntan el porqué, los humildes, de lo que deben soportar. Se odian unos a otros, eso basta.

jueves, 1 de enero de 2009

Aspirina

Buscó sobre la estantería; buscó en los cajones. El paquete estaba junto a los paños de cocina. Abrió el grifo del fregadero. Tenía la aspirina pegada a la lengua. El agua hizo un ruido de tambor contra el acero limpio. Sorbió con los labios pegados al caño. El redoble del agua fría. No sabía cuándo, pero Samuel Johnson había dicho que la literatura le sirve a los lectores para gozar mejor de su vida o para soportarla mejor. Lo imaginó bebiendo en Ye Olde Chesire Cheese, también directamente del grifo de cerveza. La literatura se parecía a una aspirina o a una cerveza. Secó su mentón y esperó: Los remedios no son instantáneos.