lunes, 16 de marzo de 2009

Agota Kristof: La analfabeta



Dos respuestas para una entrevista. "Me equivoqué al publicar estos textos. Es una recopilación de narraciones que, hace años, mandaba a una revista en alemán en Zurich. No tienen ningún valor. Son redacciones escolares. ¿Por qué las publiqué? Entonces porque necesitaba el dinero."
Ya no escribe. "No lo necesito. Para mí la escritura es demasiado importante como para hacer algo que no me guste. Y no creo que me salga ya nada mejor de lo que escribí- ¿Para qué empeñase? Tuve tres hijos y estuve casada dos veces. Nada de eso me impidió escribir. Quizás la fábrica…Ahora tengo todo el tiempo del mundo y no lo hago."

Aquí, anotaciones de su escritura sin grasa ni circunloquios. Sin subrayados.


Leo. Es como una enfermedad.

Las ganas de escribir vendrán más tarde, cuando el hilo de plata de la infancia se haya quebrado…cuando separada de mis padres y mis hermanos, ingreso en un internado de una ciudad desconocida, donde, para soportar el dolor de la separación, sólo me queda una solución: escribir.

Años cincuenta. Exceptuando algunos privilegiados, en nuestro país todo el mundo es pobre. Algunos son incluso más pobres que otros.

Me prestan zapatos cuando necesito dejar los míos en el zapatero…Si tengo que devolverlos, me quedo tres días en cama por culpa del zapatero. No le puedo decir a la directora del internado que no tengo zapatos de recambio para ir a la escuela. Le digo que estoy enferma.

No puedo pedir dinero a mis padres. Mi padre está en la cárcel y no tenemos noticias suyas desde hace años. Mi madre trabaja donde puede

Al principio no había más que una sola lengua.

Decían que los gitanos…hablaban otra lengua. Yo pensaba que aquella no era una lengua de verdad…tenían vasos marcados, vasos que sólo eran para ellos, pues nadie quería beber en un vaso en el que había bebido un gitano.

Cuando tenía nueve años nos mudamos…a una ciudad fronteriza…de lengua alemana. Para nosotros, los húngaros,…era una lengua enemiga, ya que nos recordaba a la dominación austriaca.

Un año más tarde, fueron otros los militares que ocuparon nuestro país. La lengua rusa se volvió obligatoria en las escuelas, las demás lenguas fueron prohibidas…Asistimos aquí a un sabotaje intelectual nacional…Con la misma falta de entusiasmo son enseñadas y aprendidas la geografía, la historia y la literatura de la Unión Soviética. De las escuelas sale una generación de ignorantes.
Así es como, a la edad de veintiún años, cuando llego por casualidad a Suiza, una ciudad en la que se habla francés, me enfrento a una lengua totalmente desconocida para mí…esta lengua está matado a mi lengua materna.

Marzo de 1953. Stalin ha muerto…En el internado la tristeza es obligatoria.

Aquí he de pensar en Thomas Bernhard,…que no ha dejado de fustigar a su país. Murió el 12 de febrero de 1989…no hubo falsas lágrimas, quizá tampoco verdaderas…Sí es el primer libro suyo que leí…Es cierto que su contenido es terrible, pues este “sí” es ciertamente un “sí”, pero un “sí” a la muerte y, por lo tanto, un “no” a la vida.
Sin embargo, se quiera o no, Thomas Bernhard vivirá eternamente para servir como ejemplo a todos aquellos que desean ser escritores.

Tengo veintiún años Estoy casada desde hace dos años y tengo una niñita de cuatro meses. Atravesamos el límite entre Hungría y Austria una noche de noviembre, precedidos por un pasador de fronteras…yo llevo dos bolsas. En una de las bolsas hay biberones, pañales, ropa para cambiar al bebé; en la otra, diccionarios.

¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también menos solitaria, menos rota; quizá feliz.
De lo que estoy segura es que hubiera escrito lo que fuera en cualquier lengua.

…empiezo a trabajar en una fábrica de relojes…me levanto a las cinco y media…Salgo a las cinco de la tarde…arreglo la casa, acuesto a la niña, lavo los platos, escribo un poco y me acuesto.
Para escribir poemas, la fábrica está muy bien. El trabajo es monótono, se puede pensar en otras cosas y las máquinas tienen un ritmo regular que ayuda a contar los versos…Por la noche lo paso a limpio en una libreta.
En el autobús de la mañana, el revisor se sienta a mi lado…me quiere tranquilizar explicándome que los suizos no permitirán que los rusos lleguen hasta aquí…Cómo explicarle, sin ofenderle, y con las pocas palabras que sé de francés, que su bello país no es más que un desierto para nosotros.

Cómo hacerse escritor. En primer lugar, hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulan en los cajones y los olvidamos para escribir otros.
He aquí la respuesta a la pregunta: uno se hace escritor escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo que se escribe.

Cinco años después de haber llegado a Suiza, hablo francés, pero no lo leo. Me he convertido en una analfabeta. Yo, la que sabía leer cuando tenía cuatro años.
Estoy obligada a escribir en francés. Es un desafío.
El desafío de una analfabeta.

Notas:
La fotografía la obtuve en esta dirección:
www.europeanliteraryinmigration.com
La entrevista es de Javier Rodríguez Marcos.
La traducción es de Juli Peradejordi