viernes, 17 de abril de 2009

Fabián Casas


Boedo y Florida. Mientras espero un libro de cuentos -Los Lemmings y otros, de Fabián Casas-, consulto la introducción que para El juguete rabioso de Arlt escribió Rita Gnutzmann: La década de los 20 ve enfrentarse en la arena literaria de Buenos Aires a dos grupos literarios, “Florida” y “Boedo”. Toman sus nombres de sendas calles representativas: Florida, céntrica, lujosa y cosmopolita, y Boedo, calle de suburbio gris, orlada de boliches y cafetines. Álvaro Yunque, el escritor que más netamente se puede adscribir a Boedo, los define así:

Los de Boedo querían transformar el mundo y los de Florida se conformaban con transformar la literatura. Aquellos eran “revolucionarios”. Éstos vanguardistas” (La literatura social, 1941)

Jorge Carrión. En una entrevista para Culturas (La Vanguardia), Fabián Casas dice:
Boedo es el lugar donde yo nací; yo no tengo imaginación, escribo sobre lo que conozco…Y también La naturaleza es de derechas. La izquierda es un tumor y, como tal, es rechazada por la naturaleza. El peronismo es de derechas, por eso subsiste. Y en literatura te pongo dos ejemplos: Juan Gelman es un gran escritor de derechas, cuando es de izquierdas se vuelve pedagógico; y Orwell fue un gran escritor de izquierdas, lo consiguió, porque superó la pedagogía.

Tres poemas. Algunos de los que he conseguido en la red.

Hace algún tiempo

Hace algún tiempo
fuimos todas las películas de amor mundiales
todos los árboles del infierno.
Viajábamos en trenes que unían nuestros cuerpos
a la velocidad del deseo.


Como siempre, la lluvia caía en todas partes.

Hoy nos encontramos en la calle.
Ella estaba con su marido y su hijo;
éramos el gran anacronismo del amor,
la parte pendiente de un montaje absurdo.
Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia.


Doxa

No debería perturbarte
el ruido que hace tu viejo con la boca
cuando come. Ni la ordalía de bolsillo
en las horas pico; o tu scrum privado
contra los malos pensamientos.

No deberían perturbarte
los novios que acumulan en las piezas paternas
sus artefactos domésticos;
ni las mujeres en las peluquerías,
con sus gorras de goma,
cuando palma la tarde...

Alguien talla, desde que naciste,
un ostracón con tu nombre.
No debería perturbarte.


Sin llaves y a oscuras

Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.

Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro
la basura en la mano.

Nota: la foto tiene Copyright de Timo Berger.