lunes, 2 de marzo de 2009

Marga Minco: La hierba amarga


Respirar hondo. Es lo que un día le aconsejaron a Marga Minco. Debido al tratamiento contra la tuberculosis que recibía en un hospital de Utrecht, sentía ganas de vomitar. El consejo (casi una receta) era el siguiente: Respira hondo, así se quedará dentro. Esa respiración forzada sirve también para explicarme este libro.

Puertas abiertas. Del prólogo. Cuando los nazis sacan a los judíos de sus casas, las puertas quedan abiertas.

Ventanas. Desde diferentes ventanas ondeaban las cortinas hacia el exterior. En algún lugar yacía caído un tiesto sobre el borde de un alféizar. Tras otra ventana vi una mesa que estaba dispuesta para empezar a comer. Un trozo de pan sobre un plato. Un cuchillo hundido en la mantequilla.

Cine. Naturalmente, era una película alemana, pero la historia se nos escapaba a los tres.

Prohibido. Durante la ocupación, la palabra “prohibido” adquirió otro significado para nosotros. Estaba prohibido entrar en cafés y restaurantes, en teatros y cines, en piscinas y parques; estaba prohibido tener una bicicleta, un teléfono, una radio.

Fotografía:

La señora Zwagers fue la primera que promovió la idea.
-Nos hemos hecho todos fotos –le dijo a mi madre una tarde que vino a casa a tomar té-.Mi esposo y yo juntos, y los niños. ¿Sabes?, es un bonito recuerdo para después. Nunca se sabe lo que puede pasar, y así por lo menos tenemos fotos de todos.
Mi madre estuvo de acuerdo.

Rubia. El cabello negro volvía a hacer su aparición por todas partes.

-Lo mejor habría sido que fueras rubia natural- afirmó la mujer.
-Pero no lo es –dijo el hombre-. Si lo fuera, no estaría aquí.


Nombre. Le dije mi nombre, mi nuevo nombre.

Mejoría. Quizá por eso el período que pasé en el hospital no me pareció tan terrible como si hubiera tenido que estar allí en una época normal…Cuando mi estado mejoró, ya no pude evadirme.


Notas.
El prólogo es de Félix Romeo
La traducción es de
Julio Grande
La fotografía es de Kryn Taconis (Magnum)