domingo, 8 de marzo de 2009

Carlos Pardo: El invernadero


Pana. A esta tela –plastificada-, me recuerdan las cubiertas “Hiperión”. Pana, con surcos verticales, pasada de moda. Pana roja, pana azul; marrón claro, en esta ocasión. Ropa de pobre o de invierno. Libros que forro con papel sin usar, aunque no se pueda leer el nombre del autor ni el título: es, al abrirlos, cuando disfruto de aquellos poemas que me gustan. Del que sigue, por ejemplo.

Cuestión de principios.

Mi ventana es perfecta para verte
y avanzar en tus páginas
o en la rápida pluma que dibuja
constantemente cosas:
figuras muy confusas desde aquí,
palabras que procuro imaginar.

Cuando vuelvo de clase
y te veo encerrada entre los libros
pienso que estás perdiendo la sonrisa
con la luz condensada de tu flexo.
No te he visto jugar con las repipis
que saltan en el parque y juegan a la goma
entre zapatos sucios y canciones,
siempre en casa escondida
desgastando tus mundos inventados
e impresos en papel.

No son libros de clase,
Veo tu biblioteca desde aquí
-confieso que me ayudan los gemelos-
Y hay cosas que envidiar para tu edad:
El Árbol de la Ciencia, Baudelaire,
Valle-Inclán, Luis Cernuda, Garcilaso
y más que no distingo,
los tapa tu casete.

Lo que puedo decirte es verdad sólo en parte:
no merecen los libros ser pagados tan caros,
pero que opine otro menos pobre.


Nota: La fotografía es de María Jesús Gómez Garcés.