miércoles, 3 de junio de 2009

Cinco libros de cuentos


Notas. Gabriel Sofer. Al final del mar. El Olivo Azul, 2009. Prólogo de Alberto de Cuenca.
Los libros, sí, son objetos, y como tales se pueden volver a comprar si es que se han perdido. Pero los libros subrayados, anotados, manoseados, manchados, leídos (…), ¿quién te los devuelve?

Primera versión. Jesús Ortega. El clavo en la pared. Cuadernos del vigía, 2007.
La historia corría veloz y daba quiebros inesperados, y en su persecución apretaba tanto el bolígrafo que se le quedaba grabada la huella hexagonal en el pulpejo de los dedos.

Diversión. Roger Wolfe. Quién no necesita algo en que apoyarse. Editorial Aguaclara, 1993. Prólogo de David C. Hall.
Hay varias versiones. Yo vi una en el muro de una facultad de filosofía. “Dios ha muerto”, firmado, Nietzsche. Más abajo: “Nietzsche ha muerto”, firmado, Dios.

Dudas. Junot Díaz. Nilda. El sol, la luna, las estrellas. Otravida, otravez. Traducción de Daniel Gascón. Ediciones Alfabia, 2009.
Una vez Ana Iris me preguntó si lo quería y yo le hablé de las luces de mi vieja casa en la capital, de cómo parpadeaban y nunca sabías si se apagarían o no. Dejabas tus cosas y esperabas y no podías hacer nada hasta que las luces se decidían. Así, le dije, es como me siento.

Lleno de pesimismo. Chusé Izuel. Todo sigue tranquilo. Ediciones Libertarias, 1994.
La botella está vacía, el vaso está vacío, su cerebro está vacío. Piensa que no debería ser tan difícil llenarlo todo de nuevo, como antes.
¿Antes de qué?, piensa.


Nota. La fotografía, de Bill Brand, se obtiene en: http://www.cadenaser.com/cultura/articulo/arranca-photoespana-el-mayor-festival/csrcsrpor/20080602csrcsrcul_2/Tes