martes, 25 de enero de 2011

Íñigo Gurruchaga: Scunthorpe hasta la muerte. El extraordinario viaje por los campos de fútbol ingleses de Alex Calvo-García


Trazados alternativos
Alex Calvo-García estudió calderería mientras aprendía fútbol. Su padre ensamblaba las distintas partes de los vagones CAF y el destino de su hijo apuntaba a la repetición, parecía resuelto, despejado de incógnitas.
Sin embargo, la ecuación de Alex se complica porque desde pequeño le pega bien al balón. Da toques fulgurantes, toma decisiones rápidas, su cuerpo encuentra posiciones para el remate más difícil. Y cuenta con otro don: un gran angular bajo la frente que le permite adivinar antes que la mayoría las jugadas futuras. En ese futuro, por supuesto, no entra formar parte de la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles. Encaja parecerse a Kevin Keegan, el jugador menudo y valiente al que una monja le enseñó a jugar.
La historia futbolística de Alex, sin embargo, comienza lejos del Doncaster de Keegan. Lo hace en Ordizia, a partir de una familia emigrante de un pueblo de Cáceres. Durante los años anteriores a marchar rumbo hacia Scunthorpe, García –apodo pronunciado Garsíe por los aficionados ingleses-, pasó por el Ordicia, los juveniles de la Real Sociedad, el Baesain y, ya en 1994 y en Segunda División, por el Eibar. Después, perdió su empleo en el mismo año en el que el futbolista Jean Marc Bosman recordaba, demandando al Lieja, que los trabajadores podían circular libremente por los estados miembros de Europa. Es decir, es el momento en que se abre el panorama presente del fútbol profesional.
Siempre existirán libros que despierten prejuicios. A unos les multiplicarán los méritos; a otros, no les reconocerán los suyos. El fútbol es tema poco meritorio. Quizá se pueda interpretar que la historia de Alex Calvo-García se cuenta por dosis para evitar molestias. Pero no. Lo que ocurre con este libro de Iñigo Gurruchaga, corresponsal londinense de El Norte de Castilla desde hace dos décadas, es que explica el fútbol para el que no lo pretende entender exclusivamente como un mundo de iconos imberbes y multimillonarios. El libro, por esa misma razón, no es un camino, es un desvío, triangula para avanzar. Y, en parte, es la triangulación la que mantiene despierto el interés por seguir la peripecia de Alex.  
Los orígenes familiares del jugador, los del fútbol como entretenimiento de masas en unas ciudades inglesas que la Revolución Industrial llena de obreros, un viaje literario y otro cinematográfico a Scunthorpe, son algunos puntos de esta geometría.
El centro lo ocupa un hombre que no ha nacido para ganar por tres cuerpos de ventaja, pero obtiene un premio mayor que el primero en cruzar la meta. En el fútbol inglés existe un método para promocionar entre divisiones aparentemente extraño. Los tres primeros clasificados ascienden directamente a la categoría superior y los cuatros siguientes compiten en dos semifinales. Los vencedores de ambas disputan su plaza en Wembley. Alex jugó en Wembley defendiendo al Scunthorpe, marcó el tanto del ascenso y se convirtió en un ídolo desconocido en el mundo entero. Este libro habla de ese gol y de quien lo marcaba, pero también de la gente “del montón” que ejemplifica mejor que nadie lo que vivimos y pasa desapercibida una y otra vez.

1 comentario:

J. G. dijo...

la cosa al rojo vivo veo por la imagen

excelente