martes, 24 de septiembre de 2024

Delibes sobre Ignacio Aldecoa

 



A mi juicio, Aldecoa es más grande cuanto más pequeño escribe.

[…] En cuatro páginas, Aldecoa infunde aliento a seres de verdad —como los segadores de su relato Seguir de pobres— o plantea problemas serios, sin acritud, es cierto, pero con firmeza. Por otro lado, el esmero, la pulcritud de su estilo, hallan su cabal eficacia en estos relatos breves donde tan sólo se aspira a apresar un tipo o la fugacidad de un instante.

[…] Esta maestría de Aldecoa en el relato corto, la seguridad con que se mueve dentro de él, le indujo, indudablemente, a construir sus primeras novelas sobre la base de acumular a lo largo de un sutilísimo hilo argumental una serie de anécdotas y descripciones ambientales que por sí solas constituyen valiosas narraciones independientes. Sus dos primeras novelas son novelas desmembradas o, para mejor entendernos, descuartizadas.

[…] No obstante, en las novelas de largo aliento de Aldecoa, y en particular en Gran Sol […] hay, para mí, cierto exceso de literatura: una morosidad faulkneriana (que en Faulkner es connatural, pero en Aldecoa estudiada), un deleitoso paladeo de vocablos.

[…] Así, los vocablos marineros de Gran Sol se presentan amontonados, traídos por los pelos. Se ve enseguida que el autor no los domina, ni siquiera los conocía. Los aprendió para esta ocasión y esa provisionalidad, ese estar prendidos con alfileres, se echa de ver en el libro.

Miguel Delibes — España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela.

La fotografía es de Teodoro Naranjo


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