Eso era todo lo que un hombre
necesitaba: esperanza. Era la falta de esperanza lo que hundía a un hombre. Recordaba
mis días en Nueva Orleans, viviendo de dos barritas de caramelo de 5 centavos
al día durante semanas con tal de no trabajar y tener tiempo para escribir.
Pero el morirse de hambre, desgraciadamente, no ayuda a mejorar el arte. Solo
era un impedimento. El alma de un hombre estaba radicada en su estómago. Un hombre
podía escribir mucho mejor después de haberse zampado un buen solomillo de
ternera y haber bebido medio litro de whisky de lo que jamás podría hacerlo después
de haber comido una barrita de caramelo de a níquel. El mito del artista
hambriento era una falacia. Una vez que te dabas cuenta de que todo era una
falacia, conseguías la sabiduría y empezabas a sangrar y a arder en llamas y a
romper tu ser en explosiones.
Charles Bukowski - Factotum
La traducción es de Jorge
Berlanga. La fotografía, de Alistair Taylor-Young
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