Mirábamos mal a los chicos de ciudad que venían a pasar las
vacaciones al pueblo de su padre o de su madre.
Algunas chicas ya se dejaban tocar por debajo de la
camiseta.
Eso contaban.
Forastero. Era el término
empleado por los mayores.
“Se ve mucho forastero”, solía decir mi abuelo, que estaba
casi ciego.
El grupo de canto y baile regional, al que mi hermana
pertenecía, actuaba varias veces a lo largo del verano.
Las terrazas de las cafeterías llenas de orgullo de
emigrante…
Urbano Pérez Sánchez – Trieste
La fotografía es de Juantxu Rodríguez
2 comentarios:
Forastero es una buena palabra. Da variedad a un lugar. Y la variedad siempre es buena.
Sí, Bubo, buena palabra. Y, despectiva, o "no inclusiva" como suelen decir nuestros políticos de hoy.
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